Pese a que el consumidor sigue ganando la batalla a los bancos por falta de transparencia y usura en la comercialización de las tarjetas revolving, especialmente tras la sentencia del Tribunal Supremo del pasado mes de marzo, se trata de un producto que sigue suponiendo una amenaza de endeudamiento para sus usuarios.
En un escenario de crisis económica derivada de la pandemia del Covid-19, este tipo de línea de crédito vuelve a ser protagonista. Y es que, según el portal financiero MiSolvencia.es, durante el pasado estado de alarma (de marzo a junio) aumentó el número de consumidores interesados en las tarjetas revolving en un 42%.
Como ya sucediera en la recesión de 2008 y 2012, “la crisis del Covid-19” ha hecho que las familias lleven meses financiándose para hacer frente a los gastos, recurriendo a créditos rápidos o a tarjetas revolving, pese al riesgo que supone contratar este tipo de productos, calificados como usura por el propio Tribunal Supremo.
Estas líneas de crédito se perciben como una opción flexible a corto plazo, ya que permiten realizar cualquier tipo de pago al instante aunque no se disponga de efectivo, aplazando el abono a final de mes. Sin embargo, las tarjetas revolving pueden suponer una manzana envenenada, ya que se trata de un tipo de financiación que cuenta con elevados intereses, que adentran al afectado en deudas que pueden durar décadas. Es más, a menudo, esta situación obliga a muchos a contratar un nuevo crédito para pagar el anterior, sumergiéndose así en un bucle infinito de deudas.
Tras los primeros meses utilizando la tarjeta revolving o microcrédito, quienes las contratan no tardan en darse cuenta de que están pagando demasiado por el dinero que solicitaron en un primer momento. El alivio inicial de hacer frente a los gastos pronto se convierte en una espiral de deudas de la que es complicado salir incluso aunque se recupere la estabilidad financiera familiar. Y si la familia no puede hacer frente a los pagos, la situación empeora aún más.
No es raro que los consumidores acudan a financiación para hacer frente a determinados gastos. No obstante, los bancos no suelen conceder préstamos a aquellos que no cumplen unos requisitos económicos determinados. Es aquí donde aparece el problema, cuando los canales tradicionales deniegan el crédito, las personas recurren a canales alternativos. Así fue como se creó en las crisis de 2008 y 2012 un auténtico boom en el mercado de financiación a través de las tarjetas revolving o microcréditos.
Estas fórmulas pueden parecer a corto plazo una solución pero se acaban convirtiendo en una deuda casi perpetua por los elevados intereses y el pago aplazado. Unos intereses que se suelen situar en torno al 25% TAE y altas comisiones que causan la situación que se está generando hoy en día. Las personas ya han acudido a esta financiación, como se demuestra en el incremento de las tasas de morosidad. Pronto, ni siquiera por estas vías podrán hacer frente a los gastos y las deudas contraídas con este tipo de tarjetas lastrarán cualquier intento de salir de la situación aunque se torne favorable. No solo deben devolver la deuda, sino unos intereses altísimos.
En dP Abogados, llevamos años analizando y estudiando el carácter abusivo de estas tarjetas o microcréditos y una vez garantizada la viabilidad de la reclamación aseguramos la devolución íntegra de los intereses al consumidor, todo ello a coste cero.
Yago Iglesias- dP Abogados