¿Quién no ha abierto alguna vez una cuenta corriente y, al cabo de un tiempo, ha dejado de usarla? En esos casos, lo más prudente sería cancelarla, pero la realidad es que algunas cuentas acaban abandonadas. Suele pasar cuando fallece el titular, pero también puede ocurrir que un cliente simplemente olvide la cuenta que le abrieron sus padres cuando era pequeño o la que contrató durante su vida universitaria.
A veces no es un problema de memoria, sino de dejadez. Hay clientes que, simplemente, dejan una cuenta sin saldo pensando que la entidad ya la cerrará al cabo de un tiempo al ver que no se produce movimiento alguno en la misma, sin embargo, abandonar una cuenta con saldo cero no es lo mismo que cerrarla y puede provocar desagradables sorpresas.
Un banco puede cobrar comisiones por el mantenimiento de una cuenta aunque no se use, incluso si su saldo es de cero euros. Una cuenta abandonada también podría acabar en números rojos si, por ejemplo, llegase un recibo inesperado, con el coste que eso conllevaría.
Por eso, conviene cancelar una cuenta que no use, un trámite fácil de llevar a cabo.
Eso sí, hay una cosa que no puede hacer el banco: cobrar comisiones e intereses por un descubierto provocado por el cobro de otras comisiones. Por eso “las entidades, generalmente, no suelen cargar comisiones en cuentas son saldo cero para evitar que se genere un descubierto", explica el Banco de España.
Pero que un banco deje de cobrar comisiones cuando el saldo de una cuenta llega a cero no significa que esas comisiones desaparezcan. Simplemente, se irán acumulando y cuando el cliente quiera cerrar la cuenta, el banco le cobrará todo lo que deba de golpe.
Además, no hay que olvidar el hecho de que una cuenta sea gratuita hoy no significa que lo vaya a seguir siendo en el futuro. Si el cliente abandona la cuenta y deja de cumplir los requisitos de vinculación o el banco decide cambiar sus condiciones en el futuro, la cuenta podrá empezar a generar comisiones.